Pop art (I): el encuentro con la Brillo Box

Contemporary art, Diseño, Philosophy of Art

Madrid es pop. Al menos, lo será este verano o mientras vivan las exposiciones en el Thyssen y en el Reina Sofía. Ha sido un acierto y una gran estrategia comercial hacerlas coincidir y promocionarlas como si fueran una unidad. La exposición «Mitos del pop» del Thyssen presenta de manera breve y condensada algunas de las obras más emblemáticas del pop art. Las obras, qué duda cabe, son de calidad. No falta nadie: Warhol, Rauschenberg, Wesselmann, Lichtenstein, Hockney, Hamilton, Equipo Crónica o Arroyo. Y, sin embargo, le falta vida, le falta sustancia.

Brillo Box Thyssen

La exposición puede recorrerse en apenas 10 o 15 min, quizá puedes estar 30 si, como yo, vuelves al inicio varias veces. El motivo de mis idas y venidas fue el deseo de volver a ver una auténtica Brillo Box. Ahí estaba ella, arrinconada en la tercera sala con la única compañía de otra caja de Heinz. Allí estaba la causante de la proclamación del fin del arte por parte de Danto. Aunque allí sólo se encontrara una de las docenas que Danto vio podía imaginarme el impacto al contemplarlas por primera vez, el desconcierto, la fascinación.

Me gustó el encuentro, pero debo reconocer que no motivó una inquietud filosófica como la de Danto. Quizá, porque como él mismo dice, hoy en día el arte puede ser cualquier cosa y una obra de Warhol está muy lejos de romperle los esquemas artísticos a alguien. Pero que hayamos incluido una obra de estas características en nuestro repertorio, en nuestra sensibilidad e, incluso en nuestra industria comercial, no significa que hayamos conseguido entender lo que supone.

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